jueves, 9 de octubre de 2014

CAPITULO 3



Soy la clase de persona que no llora fácilmente, que quiere parecer fuerte ante los demás, prefiere esconder sus sentimientos y si para hacerlo tiene que poner una sonrisa en su cara y fingir que está bien, lo hace. Pero cuando se trata de Facundo no puedo evitar sentir un nudo en el pecho, no puedo acordarme de él sin sentir lágrimas en mi mejilla. Trato de olvidarlo pero cada vez que lo hago lo recuerdo más. “Siempre me voy a estar a tu lado” me dijo ¿Y ahora? ¿Dónde estaba él? ¿Tan fácil le fue mentirme? ¿Tan fácil le fue dejarme? Si tanto me amaba ¿Por qué de un día para el otro se fue? Solo quiero explicaciones, quiero saber que hice mal… quiero saber porque me dejo si tanto me amaba. A veces me encuentro a mí misma tratando de odiarlo pero la verdad es que no puedo… no puedo odiar a alguien que ame con tanta intensidad. Y su ausencia cada vez es más grande.
Cuando alguien me pregunto porque lo llegue a querer tanto mi respuesta es simple: porque con él podía ser yo misma. Él fue mi primer amor y la persona que llegué a querer de verdad. Lo único que espero es que la gente tenga razón cuando dice “El primer amor nunca se olvida”.

Cuando desperté al día siguiente tenía un dolor de cabeza terrible y muy mal humor.
-¿Resaca?- pregunto mi hermano con una sonrisa que me daban ganas de sacársela de un golpe-
-Solo me duele la cabeza ¿te molesta?- lo mire mal y cerré la puerta de mi casa no sin antes escuchar un “vos te lo buscaste”.
No. Yo no me lo había buscado, pero sabía quién si se lo había buscado e iba hacia su casa… con su corpiño.
La gente me miraba mal cuando pasaba por su lado ¿Qué nunca vieron caminando a una persona con un corpiño en la calle? Que mal me caía la gente.

Golpee la puerta tan fuerte que mi puño se puso rojo, genial. Me di vuelta y esperé impaciente. Tenía demasiadas cosas para decirle a Zaira.
Escuché la puerta abrirse y me di vuelta furiosa. Empecé a mover el corpiño contra su cara y gritarle como una loca… cuando me di cuenta que le estaba gritando a otra persona.
-¿Qué haces? ¿Estás loca?- escuche una voz masculina y me obligue a calmarme… ¿Quién era este chico? Y oh dios, no solo su voz era masculina…-
-¿Hola?- sonrió como si se estuviese burlando de mí- Mira el loquero no está en esta dirección- sí, definitivamente se estaba burlando de mí-
-Yo, mm- tuve que aclararme la garganta ¿Por qué estaba nerviosa? - ¿Y se puede saber quién demonios eres tú?- su sonrisita me sacaba de quicio-
-Creo que eso te tengo que preguntar yo a vos, yo no soy la loca que está en la puerta de mi casa con un corpiño, y ahora que pienso espero que no sea tuyo- bajo su mirada hasta mis pechos-
Me tape con las manos y me sonrojé.
-Dios sos un pervertido! Claro que no es mío, es de
-Pau!- Zaira apareció atrás de… quien sea que fuera- ¿Qué haces acá?- bajo la mirada hasta mi mano y su sonrisa desapareció-
-¿La conoces?- le dijo quien fuera que sea a Zai-
-Si! Es mi mejor amiga de la que te hablé.
Oh paren todo ¿ella le había hablado de mi a él? Me quede boquiabierta, ahora entendía todo… el chico que me estaba mirando con una ceja levantada (Por dios ¿Cómo hacía eso? Siempre lo quise hacer!) era el hermano de mi mejor amiga.
-¿Vos sos Paula? Hermanita te falto decir que tu mejor amiga estaba un poquito loca.
-Por lo menos estoy loca y no soy un pervertido como vos- lo mire con el ceño fruncido y eso lo hizo reír, tenía una risa tan molesta y tan… profunda-
-Si no estás  loca ¿Por qué me estas golpeando con un corpiño?
-Porque vine a…
-Vino a prestármelo- interrumpió Zai con una sonrisa nerviosa- como ves ella tiene mucho más busto que yo y le pedí si no me podía prestar un corpiño viejo de ella.

¿QUÉ? ¿MI MEJOR AMIGA ACABA DE DECIR ESO? Me puse más roja de lo que ya estaba y miré a su hermano. Dios, no tuve que haber hecho eso. Él me estaba mirando intensamente a los ojos con una sonrisa en la cara, que me sacaba demasiado de quicio, y me hacía sonrojar más si eso era posible.
-Ya veo – dijo como quiera que se llame- ella tiene más busto que vos y te va a prestar un corpiño viejo – tosió para disimular la risa – suena lógico, pero Zai si queres dinero para comprarte uno nuevo yo te puedo dar, no hace falta que uses el de Paula.
-Sí, lo que sea- dijo ella y me agarró de la mano para hacerme entrar- bueno Pau, es el Pedro, mi hermano, Pedro ella es Paula, mi mejor amiga.
-Encantada- mentira pensé y le ofrecí mi mano para saludarlo-
-Él no solo la agarro, sino que me empujó contra si para darme un beso en la mejilla. Su perfume me envolvió y me obligué a alejarme.

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